Después de que mi pareja quisiera abrir nuestra relación me encontraba muy ansiosa y deprimida y decidí empezar mi terapia con Irune. Ahora puedo decir que entonces yo era una persona emocionalmente bloqueada. Cuando llegué me daba tanto miedo mirarme, escucharme, y sentía que había anulado mis emociones hasta un punto que no sabía ya lo que sentía. Gracias a la mirada compasiva y respetuosa de Irune pude ir poco a poco mirándome y sintiéndome. Este proceso fue largo y duro. Las primeras sesiones me costaron mucho trabajo porque tuve que destruir una pared que me mantenía fijada en todo lo externo, donde proyectaba todo mi dolor al exterior sin ser consciente. Las sesiones con ella eran intuitivas, viscerales, muy profundas y agotadoras. Creo que ella adaptó su método a mi manera de ser y sentir, y esto aceleró el proceso. Me gustaba mucho porque íbamos directas al asunto y tratábamos lo que realmente me desequilibraba en ese preciso momento.
Después de cada sesión me iba para casa con herramientas que me han ayudado a mirarme, escucharme, sentirme y lo más importante, a ponerme a mí primera en mis interacciones con los demás. Esto ha sido algo muy importante para mí, y aún uso las herramientas que aprendí a lo largo de la terapia.

Irune se convirtió en mi acompañante sagrada, que me acompañaba durante las sesiones pero también entre sesiones, sus palabras y aún más sus miradas permanecían dentro de mí acompañándome en ese viaje a mi interior. En esos viajes he conocido a varias partes de mí misma, he hablado con ellas y las he escuchado. Estas conversaciones me llevaron a poder equilibrar todas las partes que cohabitan en mí y pude armonizarme bastante por dentro.

Llegó el momento de armonizar mi exterior. Me separé de mi pareja y empecé una nueva vida donde la protagonista era yo. Irune me ayudó a fijar todas esas nuevas herramientas que había aprendido y poco a poco fui sabiendo quién era y qué quería.

En mi caso, la terapia con Irune ha sido como aprender a ir en bicicleta, y cuando aprendes a tener equilibrio encima de ella y a dirigirla es una sensación increíble. Durante mi aprendizaje ella simbolizó el adulto que te empuja la bicicleta por detrás. Gracias.

P.A.B